Muchos consideran que ser perseverante es seguir adelante en un proyecto a pesar de los obstáculos que puedan aparecer, sin embargo, esa noción es incompleta porque la perseverancia también incluye la capacidad, la voluntad y el temple de continuar los esfuerzos, aún sin contratiempos de por medio, para alcanzar una meta.
Cuando somos perseverantes nos sobreponemos al cansancio, los contratiempos y la frustración con la ilusión de acercarnos a un sueño, de hacer realidad una meta en particular. Todos nuestros esfuerzos son válidos, ya que conocemos el valor de lo que deseamos.
Las personas perseverantes siempre terminan lo que han empezado, son decididas y tienen una voluntad firme. Se trata de un valor muy reconocido y apreciado en la sociedad. Cualquiera que se plantee un objetivo, y luche contra viento y marea para conseguirlo, tiene lo necesario para alcanzar el éxito.
La persona perseverante no conoce de límites, ya que donde todos ven una ventana cerrada, ella ve una oportunidad latente y trabaja muy duro para conseguir lo que desea. Incluso puede fraguar una estrategia para utilizar sus esfuerzos de forma óptima.
La perseverancia está muy relacionada con el esfuerzo, la voluntad, la fortaleza y la paciencia. Con la práctica y fuerte convicción, ese grupo de valores puede sacarnos delante de cualquier situación complicada por la que estemos pasando.
Es así cómo la perseverancia no sólo sirve para cumplir nuestros sueños, sino también para levantarnos de las situaciones difíciles y los momentos en los que no nos sentimos bien anímicamente porque nos plantea ser fuertes, pacientes y no dejar de luchar.
Fuente: https://concepto.de/perseverancia/#ixzz7JVoBfLnH
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