Escribir, algo que forma parte de nuestro día a día, se considera una de las actividades psicomotrices más complejas a las que puede estar sometido el ser humano. Cuando se desarrolla, la capacidad de atención se vuelca al proceso, opera sobre todo aquella de tipo selectiva, al tiempo que se usan todas las zonas del cerebro. Entonces, “se considera la gimnasia cerebral más potente para un ser humano, una actividad que mantiene a tono este órgano, por lo tanto, no escribir sería como no tonificar la musculatura”, explica Evelyn Aguilera, psicóloga, calígrafa y grafóloga forense, Bachiller en Comunicación y Máster en Documentoscopía de la Universitat de Barcelona, creadora del Sistema Neuroescritural y directora académica del Instituto de Técnicas Neuroescriturales (INGPEC).
Angela Pugin, neuróloga infantil de Clínica Indisa complementa lo que expone Aguilera, graficando el proceso como un encendido casi completo del sistema nervioso. El cerebro, puntualmente, se “prende”: se necesita el cerebelo para coordinar que las letras sean las que tienen que ser y en el tamaño adecuado, se activa la zona de la corteza motora frontal (para poder realizar el trazado de la escritura), la occipital –que es la que se ocupa de visualización de la imagen necesaria al momento de evocar un relato, también en un dictado–, la prefontal –encargada de activarse cada vez que uno piensa qué es lo que va escribir– y la corteza temporal, donde están las emociones, pues escribir una palabra suele relacionarse con un recuerdo o una sensación.
Aprender escribiendo
“Lo que más se trabaja cuando escribimos a mano, respecto de habilidades cognitivas, es la capacidad de atención, selectiva y visual en particular. También se potencia el control inhibitorio en los niños. Cuando hago intervenciones psicoeducativas en colegios, aplico transversalmente esto, porque permite trabajar con estudiantes que tienen algún trastorno. Por ejemplo, aquellos con déficit atencional obtienen muy buenos resultados”, dice Evelyn Aguilera, quien agrega un punto a destacar y que se ha podido demostrar científicamente: cuando se ejecuta la escritura, se culmina un proceso de aprendizaje. “Se materializa la acción, no solo se escucha, también se escribe, y el aprendizaje se hace más significativo. Se ha comprobado que quienes toman apuntes en clases retienen más información que aquellos que solo escuchan. Ocurre porque se va entendiendo lo que vamos escribiendo, y cada vez que se escribe se repiten los conceptos, no quedan solo a nivel de memoria teórica, sino que también a nivel de memoria corporal. Hay muchos que recuerdan procesos por cómo lo ejecutaron, en qué lugar del cuaderno lo registraron, etc. Se evocan otros contenidos que refuerzan el proceso de memorización”, dice la profesional.
Otro ejemplo se obtiene con la investigación de Daniel Oppenheimer, profesor de psicología en UCLA Anderson School of Management, de Los Ángeles, quien quiso saber cómo se absorbe la información con técnicas modernas en comparación con las convencionales. El académico dividió un grupo de estudiantes en dos; uno tuvo que tomar notas de conferencia a mano, el otro tipeó en un computador. Luego se les preguntó sobre el contenido y el grupo de escritura a mano tuvo mucho mejor resultado. ¿La explicación? Como los que tomaban notas escritas no podían escribir todas las palabras, almacenaban más material didáctico en sus cerebros y también distinguían entre los elementos importantes y los menos importantes, resumiéndolos en sus apuntes. Como conclusión, se postuló que escribir a mano es más difícil, pero más eficiente, pues ayuda a conservar más información.
Karla Anavalón, profesora de Educación Básica y directora editorial de Caligrafix comenta, a su vez, que “aprender a escribir a mano es un proceso más complejo que pulsar las letras en el teclado y exige un esfuerzo mental mayor. Por lo tanto, es correcto decir que escribir a mano trae beneficios en el aprendizaje de los niños, ya que los movimientos que se realizan dejan una huella motora facilitadora del reconocimiento de las letras, estableciendo un vínculo entre el proceso de aprender a escribir a mano y el de aprender a leer”.
A través de las actividades grafomotrices, la educadora comenta que se desarrollan habilidades como:
· Agilizar la psicomotricidad fina.
· Afianzar la percepción y discriminación visual.
· Organización espacio-temporal.
· Correcta presión del lápiz y dominio de la mano.
· Interiorizar la correcta direccionalidad del trazo (izquierda a derecha, de arriba abajo).
· Fijar y centrar la atención y la concentración.
· Favorecer el conocimiento o reconocimiento de las distintas grafías y palabras.
· Reconocer la correcta escritura de las palabras (ortografía).
· Mejorar el nivel lector (rapidez y comprensión).
· Mejorar la correlación entre habla y escritura.
· Estimular la creatividad y la capacidad expresiva al escribir.

Opmerkingen